El protocolo empieza con el pienso que entra en la granja para evaluar las medidas que pueden tomarse desde el punto de vista de la alimentación para reducir la excreción de nitrógeno y carbono. En segundo lugar se valora la posibilidad de evitar la producción de metano en las fosas de purín y finalmente se evalúa la producción de gases con efecto invernadero durante y después de aplicar el purín en el campo.
Viernes, 11 de febrero de 2005/Farmscape/Canadá
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