Para poder evaluar como afecta la mezcla de lechones antes del destete en los marcadores de crecimiento y estrés fisiológico y de conducta durante los periodos de pre y post-destete frente a un brote de diarrea por Escherichia coli, se utilizaron un total de 144 lechones Large White x (Large White x Landrace) de una granja comercial de cerdos de gran tamaño, del sureste de España. Los animales procedían de 24 camadas alojadas en dos salas adyacentes (A y B) con 12 camadas por sala. Se seleccionaron al azar seis lechones por camada (tres machos y tres hembras) para la recolección de datos. El día 18 de vida, diez días antes del destete, los divisores que separaban pares de corrales fueron retirados de forma que permitió la mezcla de dos camadas mientras que en la otra sala las camadas no fueron mezcladas. Desde el parto y hasta el día 58 de vida se midieron el crecimiento, los marcadores de estrés conductual y los marcadores de estrés fisiológico (relación neutrófilo:linfocito y proteínas de la fase aguda).
La aparición de la colibacilosis en el grupo B dio lugar a un efecto negativo en el crecimiento, especialmente marcado cuando los lechones se mezclaron antes del destete. Las concentraciones de las proteínas de fase aguda 2 días después del destete fueron más altas en el grupo B. Los lechones mezclados pasaron más tiempo peleando inmediatamente después de mezclarse; sin embargo, después del destete, los lechones mezclados pasaron menos tiempo peleando que los controles.
De estos resultados se desprende que mezclar lechones afectados por diarrea debida a E.coli puede tener un efecto negativo en el índice de crecimiento. Los animales con colibacilosis pueden tener concentraciones de las proteínas de fase aguda más altas. Después del destete, los cerdos mezclados pre-destete, pasan menos tiempo peleando que los controles, lo que puede ayudarles a sobrellevar el estrés del destete.
Quiñonero J, Ramis G, Lopes E, et al. Effect of mixing piglets affected by Escherichia coli diarrhea on growth and welfare responses. J Swine Health Prod. 2012;20(5):216–222.