Este estudio pretende cuantificar el desarrollo de la caudofagia a nivel de corral y de individuo antes y después de los primeros daños visibles en la cola. Para ello se realizaron grabaciones de vídeo de 14 corrales con brotes de caudofagia donde lechones destetados fueron marcados individualmente y utilizados para observar los incidentes de caudofagia.
Cuando se observó por primera vez la aparición de daños en cola (día del brote de mordeduras, D0) se analizaron las grabaciones de los 6 días anteriores y posteriores al brote (D-6 y D6) y se analizaron los lechones que mordían y los que eran mordidos.
Hubo un aumento exponencial de la intensidad de lechones que atacaban a otro lechón desde 0,7 mordeduras/h el D-6 a 2,3 mordeduras/h el D6. Parece observarse una meseta en el comportamiento de la caudofagia al llegar al final del período de observación. Antes de cualquier daño visible en la cola (es decir, antes de D0) se observó que el 82% de los lechones realizaron mordeduras y el 96% de ellos recibieron mordeduras de cola. Después del D0, las cifras fueron del 99% y 100%, respectivamente. En casi todos los corrales se pudieron identificar uno o unos pocos lechones mordedores pronunciados. Estos mordedores ya mostraron mayor número de mordeduras de cola en el D-6 que sus compañeros de corral. Además, estos mordedores mostraron un mayor incremento en la caudofagia durante el período de observación. Por contra, no hubo un incremento aparente en la recepción de mordeduras de los lechones que ya habían sido más mordidos en el D-6. Finalmente, no hubo coherencia significativa entre los lechones que mordían y los lechones mordidos, lo que indica que los mordedores no mostraron preferencia por morder a lechones en particular, aun cuando algunos de ellos tenías ya heridas en la cola.
Estos resultados muestran que, por medio de observaciones, 6 días antes de la aparición de heridas visibles en las colas, ya es posible detectar a lechones mordedores o mordidos en un corral.
J. J. Zonderland, B. Kemp, M.B.M. Bracke, L. A. den Hartog and H. A. M. Spoolder. Individual piglets? contribution to the development of tail biting. animal (2011), 5: 601-607.